19 Oct Salinas marinas: naturaleza y ecología contra el cambio climático
El próximo 24 de octubre se celebra el Día Internacional Contra el Cambio Climático, una efeméride organizada por la ONU con el objetivo de movilizar y sensibilizar a los ciudadanos de todo el mundo acerca de los efectos del cambio climático; entre ellos el grave peligro que conlleva para nuestras vidas el calentamiento global experimentado por el planeta en los últimos 150 años debido a la industrialización, la deforestación, el derroche de energía, el transporte contaminante y el desarrollo de unos modelos productivos completamente insostenibles.
Contra todo ese escenario que está trayendo consigo la aceleración del cambio climático, y especialmente por lo que concierne a los citados modelos productivos insostenibles, las salinas marinas españolas se presentan como ejemplo de industria verde y sostenible para la obtención de un alimento esencial para la vida que, además, es el paradigma de producto ecológico.
Y lo es por varios motivos:
En primera instancia, por el origen completamente natural de la sal marina y de las energías 100% limpias que confluyen para su obtención. Cabe recordar que para producir sal marina, un proceso basado en la evaporación de agua del mar en lagunas de gran extensión y poca profundidad, sólo hace falta una materia prima: el agua del mar; y dos fuentes de energía: el sol y el viento. El primero, el sol, actúa como calentador del agua; mientras que el segundo, el viento, se encarga de retirar el vapor de agua que se eleva sobre las lagunas. ¿Se os ocurre un proceso de producción más sencillo, ecológico y sostenible?
En segundo lugar, por la extraordinaria relación bidireccional que mantiene la industria salinera con la naturaleza. Y es que el proceso de producción de sal marina crea un ecosistema maravilloso que a su vez retroalimenta la producción salina, creando así una simbiosis perfecta entre industria y naturaleza, de forma que la una sin la otra no existiría. El trabajo salinero contribuye a la preservación de la fauna y la flora autóctonas y es, por sí solo, una garantía de conservación de la biodiversidad y un ejemplo paradigmático de industria verde y sostenible que preserva y enriquece el medio ambiente.
Y, en tercera instancia, porque la sal marina es un producto 100% natural. Por su propio origen, como ya hemos comentado, pero también porque se trata de un alimento que, a diferencia de otros con los que se suele comparar erróneamente (el azúcar o la harina, por ejemplo), la sal marina no sufre ningún proceso industrial ni transformador (más allá del secado -para quitar humedad-, la molturación -para obtener un tamaño de grano pequeño-, o el cribado -para separar diferentes tamaños de grano-), sino que lo que se produce y recolecta de forma totalmente natural en las salinas marinas es exactamente lo mismo que el consumidor final degusta cuando utiliza la sal marina para potenciar el sabor de sus platos.