La sal marina: un alimento de calidad y natural

A diferencia de otro tipo de sales, la sal marina se obtiene por evaporación natural, por la acción del sol y del viento, en un proceso en el que tanto la fuente de abastecimiento (agua de mar), como la energía utilizada (sol y viento) son NATURALEZA.

Por tanto, podemos afirmar que, tanto el origen de la salmuera que da lugar a la sal marina como su proceso de evaporación, son totalmente naturales. Y no sólo eso, sino que, además, hablamos de un proceso de producción que, por el mero hecho de existir, genera un ecosistema maravilloso que a su vez retroalimenta la producción de la sal, creando así una maravillosa simbiosis entre industria y medio ambiente de forma que una sin la otra no existiría.

Todo ello, tanto su proceso de producción completamente natural como el hecho de que la sal marina se obtenga sin ningún tipo de proceso químico que altere su naturaleza y composición química original, como no podía ser de otra forma, afecta de forma notable al producto final. Además, en su producción se emplean métodos tradicionales, se respetan unos tiempos para dejar que la naturaleza haga su “magia” y nos brinde unos hermosos granos de sal marina que son símbolo de calidad y de respeto por el medio ambiente . Algo que nos parece importante reivindicar en una semana como la actual, en la que se celebra el Día Mundial de la Calidad.

Esa calidad superior explicaría por qué la sal marina es un ingrediente tan bien valorado por los chefs y los dietistas-nutricionistas más prestigiosos, que destacan su riqueza en minerales y oligoelementos, ausentes en otro tipo de sales; así como el hecho de que la sal marina haya sido utilizada tradicionalmente para procesos industriales milenarios como la salazón de pescados, la elaboración de salmueras para encurtidos y la curación del queso en algunos métodos de producción.

Este versátil mineral también aporta innumerables beneficios para otro producto paradigmático de la gastronomía tradicional española, el jamón. No en vano, gracias a su poder higroscópico (que atrae la humedad) y a su capacidad conservante, la sal marina ha sido utilizada desde la antigüedad en la deshidratación y la conservación de la carne. Esto se debe, en parte, a que el tamaño del grano y la humedad requeridos para el proceso de curado de los jamones solamente lo puede aportar la sal marina, rica además en minerales como el potasio, el magnesio, etc. La sal marina, además, también ayuda a lograr una consistencia correcta en la textura de las piezas, esa firmeza típica (sin llegar ni por asomo a la dureza) que uno encuentra en un corte de jamón ibérico y que diferencia a un buen jamón bien curado de otro que no lo ha sido y se muestra “blando”. Por si todo esto fuese poco, por último, la gran calidad de la sal marina también contribuye a conformar el aroma y el sabor ligeramente salado tan característico de este preciado producto.