Sal marina: una producción 100% verde y sostenible para luchar contra el cambio climático

Como cada año, el 24 de octubre se celebra el Día Internacional Contra el Cambio Climático, una efeméride organizada por la ONU con el objetivo de movilizar y sensibilizar a los ciudadanos de todo el mundo acerca de los efectos del cambio climático; entre ellos el grave peligro que conlleva para nuestras vidas el calentamiento global experimentado por el planeta en los últimos 150 años debido a la industrialización, la deforestación, el derroche de energía, el transporte contaminante y el desarrollo de unos modelos productivos completamente insostenibles.

Contra todo ese escenario que está trayendo consigo la aceleración del cambio climático, y especialmente por lo que concierne a los citados modelos productivos insostenibles, las salinas marinas españolas se presentan como ejemplo de industria verde y sostenible para la obtención de un alimento esencial para la vida que, además, es el paradigma de producto ecológico.

Y lo es por varios motivos:

En primera instancia, por el origen completamente natural de la sal marina y de las energías 100% limpias que confluyen para su obtención. Cabe recordar que para producir sal marina, un proceso basado en la evaporación de agua del mar en lagunas de gran extensión y poca profundidad, sólo hace falta una materia prima: el agua del mar; y dos fuentes de energía: el sol y el viento. El primero, el sol, actúa como calentador del agua; mientras que el segundo, el viento, se encarga de retirar el vapor de agua que se eleva sobre las lagunas. ¿Se os ocurre un proceso de producción más sencillo, ecológico y sostenible?

En segunda instancia, por la extraordinaria relación bidireccional que mantiene la industria salinera con la naturaleza. Y es que el proceso de producción de sal marina crea un ecosistema maravilloso que a su vez retroalimenta la producción salina, creando así una simbiosis perfecta entre industria y naturaleza, de forma que la una sin la otra no existiría. El trabajo salinero, contribuye por tanto a la preservación de la fauna y la flora autóctonas y es, por sí solo, una garantía de conservación de la biodiversidad y un ejemplo paradigmático de industria verde y sostenible que preserva y enriquece el medio ambiente.

Y, en tercera instancia, porque la sal marina es un producto 100% natural. Por su propio origen, como ya hemos comentado, pero también porque se trata de un alimento que, a diferencia de otros con los que se suele comparar erróneamente (el azúcar o la harina, por ejemplo), la sal marina no sufre ningún proceso industrial ni transformador (más allá del secado -para quitar humedad-, la molturación -para obtener un tamaño de grano pequeño-, o el cribado -para separar diferentes tamaños de grano-), sino que lo que se produce y recolecta de forma totalmente natural en las salinas marinas es exactamente lo mismo que el consumidor final degusta cuando utiliza la sal marina para potenciar el sabor de sus platos.