La sal no caduca pero es importante su buena conservación

Hay muy pocos alimentos que tengan el “superpoder” de resistir el paso del tiempo de indefinidamente, sin perder por el camino sus propiedades. El café, el cacao puro, el azúcar, el arroz o la miel pueden sobrevivir durante muchos años en nuestras despensas sin estropearse, siempre y cuando se conserven en unas condiciones óptimas, que, por regla general, se concretan en: ausencia de humedad y ausencia de cambios bruscos de temperatura. Otros alimentos, como las especias, también tienen una vida muy larga, pero sí que es cierto que van perdiendo aroma y sabor con el paso del tiempo.

Dentro de ese grupo de “superalimentos” ajenos al paso del tiempo, el máximo exponente sería la sal marina. Cosa que no es de extrañar si tenemos en cuenta que la sal, igual que sucede con el vinagre, ha sido utilizada tradicionalmente como conservante natural de alimentos por ser un ingrediente antimicrobiano versátil y económico.  Al fin y al cabo se trata de un mineral comestible.

El uso de la sal marina como conservante para los alimentos se debe fundamentalmente a las propiedades deshidratantes de la sal.  Las bacterias causantes de la putrefacción necesitan humedad para su maduración y desarrollo. La sal marina tiene la capacidad de absorber la humedad de los alimentos, dificultando el crecimiento microbiano en los mismos.

Un buen almacenaje es fundamental

La sal, igual que el azúcar, puede apelmazarse con el paso del tiempo (ya que tiende a absorber humedad), pero nos puede durar toda una vida en la despensa siempre y cuando la conservemos en un envase bien cerrado, en un ambiente seco y lejos de la luz directa. Así que sí, si es lo que estás pensando, puedes comprar sal marina como si no hubiese un mañana y almacenarla sin problema. Nunca se sabe cuándo puede cambiar su valor… De hecho, en otro post de este blog ya os contábamos que, en otras épocas, compitió con el oro y que se usaba como moneda de cambio en transacciones comerciales.