El agua, origen natural de la sal marina

En estos días de finales de agosto nos encontramos celebrando la Semana Mundial del Agua, una efeméride que quiere poner en valor la importancia de ese líquido que pinta de azul la Tierra y que explica la vida en ella; y también hacernos reflexionar sobre la escasez en muchas zonas del planeta de este bien preciado e indispensable. No en vano, se estima que 4 de cada 10 habitantes del planeta están afectados por escasez de agua.

En Salimar queremos sumarnos a esta celebración porque somos muy conscientes de la importancia del agua (para la vida y para nuestro trabajo). Sin agua, como decíamos, la vida en la tierra sería imposible. Y sin el agua salada de los mares, directamente, nuestro trabajo no existiría. No en vano, el agua del mar, ese oro líquido del que hablábamos antes, es el ingrediente fundamental de otro oro, en este caso del oro blanco que producimos en las salinas marinas del litoral español.

A partir del agua del mar empieza todo. En nuestras salinas marinas, esta agua se conduce por un circuito de lagunas de gran extensión y poca profundidad, conectadas entre sí por compuertas. En ese momento, hay dos fuentes de energía básicas y totalmente naturales que empiezan a actuar: por un lado, el sol, que genera vapor de agua al calentar y facilitar la evaporación del agua del mar; por otro, el viento, encargado de retirar el vapor de agua que se eleva sobre las lagunas. ¿Se os ocurre un proceso de producción más sencillo, ecológico y sostenible?

El agua es vida

Como nos decía en una entrevista Antonio Guillem, portavoz de la Fundación sin ánimo de lucro Global Nature, la ubicación de las salinas marinas en zonas protegidas da una idea de su importancia ecológica. “El agua es vida, y como todos los espacios que cuentan con láminas de agua, las salinas tienen potencial para ser ocupadas por diferentes especies de aves que encuentran en estos espacios zonas donde alimentarse o descansar”.

Cabe recordar que las cinco salineras marinas que forman SALIMAR (Marítima de Sales, Infosa, Salinas d’Es Trenc, Salinera Española y Bras del Port) están ubicadas en preciosos parajes naturales protegidos, humedales en los que la actividad salinera -que tiene su origen en el agua- y los oficios tradicionales se han convertido en factores determinantes para la conservación y mantenimiento de la flora y fauna que los habitan. El trabajo salinero, no en vano, ayuda a la protección de estos humedales y a la lucha contra la desertificación de los terrenos sobre los que están asentados, porque lo que nuestra industria actúa por sí misma como elemento restaurador. Tanto es así que el cese del trabajo salinero y el abandono de las salinas marinas conllevaría la ruptura del equilibrio necesario para el mantenimiento del ecosistema creado por éstas. La desaparición del régimen hídrico generado por el trabajo en las salineras marinas provocaría que lo que hoy es un precioso paraje natural, un lugar sin parangón por su belleza para los amantes de la naturaleza, acabase, tras el estancamiento de las aguas, convertido en un erial desecado y sin vida.

En ese sentido, cabe recordar una vez más la extraordinaria relación bidireccional que mantiene la industria salinera con la naturaleza. Y es que el proceso de producción de la sal marina, en el que, volvemos a insistir, el agua es el ingrediente principal, crea un ecosistema maravilloso que a su vez retroalimenta la producción salina, creando así una simbiosis perfecta entre industria y naturaleza, de forma que la una sin la otra no existiría.