Dos razones por las que echar sal marina a la berenjena antes de cocinarla

El mundo de la cocina está lleno de trucos que se han ido desarrollando a lo largo del tiempo, a base de experiencia y prueba-error, para sacar el máximo partido a los ingredientes. Hoy traemos uno de esos trucos del que, en este caso, sale beneficiada una verdura: la berenjena. El truco pasa por echar sal marina sobre la berenjena antes de cocinarla. ¿Por qué?, os preguntaréis. Pues entre otras cosas, por dos razones de peso que os contamos a continuación:

  1. Para reducir su amargor

Aunque la berenjena no es una hortaliza amarga -no al menos como lo sería hace algún siglo, antes de que su producción se fuese adaptando poco a poco a las exigencias de nuestro paladar-, lo cierto es que no estamos ante una hortaliza tan dulce como otras como el tomate o la calabaza.

Para quitarle ese regusto amargo, nada como cortarla y dejarla reposando con sal durante unos minutos antes de su cocinado. ¡Magia!

  1. Para mejorar su textura extrayendo el agua.

Como hemos comentado en numerosas ocasiones, la sal marina es un ingrediente con una potente capacidad higroscópica. Es decir, absorbe la humedad de los alimentos. Esta función viene como anillo al dedo para una hortaliza como la berenjena, muy rica en agua. Esa riqueza en líquido, unida a su textura, hace que si la cocinamos directamente (frita o la plancha) nos quede grasienta y poco apetecible.

Si dejamos reposar la sal marina sobre la berenjena durante unos minutos antes de su cocinado, lograremos evitar este problema y lograr un alimento mucho más crujiente, sabroso y ligero y, también, mucho más digerible. El truco es muy sencillo: basta con cortar la berenjena en bastones, rodajas o dados, colocar los trozos sobre una bandeja con rejilla, distribuir sal marina sobre la superficie, y dejar entre 30 minutos y una hora para que la sal haga su función.

Frutas ácidas y otros alimentos que salen ganando con sal marina

La sal marina también puede servir para reducir la acidez de algunas frutas. ¿Habéis comido alguna vez una manzana verde de la variedad Granny Smith? Si es así, sabréis que son unas manzanas muy ácidas. Pues bien, añadiendo una pizca de sal a la manzana comprobaréis que su acidez es mucho menos punzante en la lengua y, por tanto, mucho más agradable al paladar.

La fruta y la verdura, sin embargo, no son, ni de lejos, el único alimento que sale ganando al añadirle una pizca de sal marina.

El auge del uso de la sal en la repostería es relativamente reciente y se ha producido sobre todo en las últimas décadas gracias especialmente a las creaciones de la alta repostería, donde se empezó a hacer uso de sales marinas gourmet como las escamas de sal para dotar de un acabado salado, potente y crocante a sus productos, sobre todo a aquellos con chocolate o caramelo. Esa mezcla de dulce y salado no sólo potencia el sabor dulce de estas creaciones reposteras, sino que, además, crea extraordinarios contrastes que hacen las delicias de los paladares más exquisitos.

También son conocidos los ejemplos del café o la cerveza. En el primer caso, es habitual que recurramos a la leche o al azúcar para mitigar el amargor de un café mediocre y amargo. Sin embargo, la sal marina, puede ser en esos casos un ingrediente más a considerar, ya que tiene la capacidad de reducir el amargor del café y hacerlo más apetecible y palatable. En el segundo caso, el de la cerveza, pasa tres cuartas partes de lo mismo. Si eres de aquellos que disfrutan del aroma de la cerveza, pero les cuesta digerir el sabor amargo que le da el lúpulo, tenemos una buena noticia: humedeciendo un poco el borde del vaso e impregnándolo con un poco de sal marina, como ya se hace en el caso de determinados cócteles, al ingerir la cerveza percibirás un sabor mucho más intenso, pero a la vez menos amargo.