Día Mundial de la vida silvestre: las salinas marinas cómo garantía de la preservación de la vida en la tierra

El 3 de marzo de cada año se conmemora el Día Mundial de la Vida Silvestre, una efeméride proclamada en 2013 por la Asamblea General de la ONU durante las celebraciones por el cuarenta aniversario de la aprobación de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres.

En este 2021, la efeméride se enmarca dentro del eslogan «Bosques y medios de vida: personas para un planeta sostenible», que vuelve a ahondar en el lema de la pasada edición «Sosteniendo toda la vida en la Tierra»: una clara alusión a la sostenibilidad, a la necesidad de protección de todos los animales y plantas del planeta, que son la base de la increíble y fundamental biodiversidad que nos rodea. En concreto, en esta edición se ahonda también en la importancia de la flora y la fauna como sustento. No en vano, la existencia y la protección de muchos de estos seres vivos es fundamental para la obtención de productos y alimentos esenciales para la vida humana.

En las salinas marinas sabemos mucho y de primera mano sobre el lema reivindicado por el Día Mundial de la Vida Silvestre. Es más, tenemos claro que nuestro producto, la sal marina, no sería posible sin la acción de distintos seres vivos (incluyendo los más pequeños microorganismos). Su proceso de producción de natural es un ejemplo único de simbiosis entre naturaleza e industria, ya que ayuda a generar y preservar ecosistemas de gran biodiversidad y elevado valor ecológico en los que numerosas especies de aves, peces, plantas e invertebrados, entre otros, coexisten.

Como comentamos hace un tiempo en un post en el que os detallábamos el ciclo de la vida de las salinas marinas, cuando la concentración de sales en las lagunas se incrementa, las condiciones se vuelven mucho más restrictivas para la vida animal y vegetal. Incluso en ese contexto, se abre paso la vida microscópica halófila, representada por microorganismos extremófilos (bacterias, arqueas y algas capaces de sobrevivir en ambientes de gran salinidad) y que son los responsables de la preciosa gama de colores que se puede disfrutar en los paisajes de las salinas marítimas.

Esos microorganismos extremófilos son la base alimenticia de los invertebrados que habitan estos humedales, como el crustáceo conocido como Artemia salina que, a su vez, forma parte de la dieta de numerosas aves y peces típicos de salinas, dando lugar así a una gran cadena trófica; a un ciclo de la vida que, además de colaborar de forma directa en la producción de sal marina, garantiza la biodiversidad en los parajes salinos y contribuye a la sostenibilidad y a la conservación de la vida en la tierra.