Desmontando mitos: La sal marina no es mala para la salud

La sal marina ha sido considerada un tesoro preciado desde que más de 2.000 años antes de Cristo empezase a ser utilizada como condimento alimentario y como producto indispensable para la conservación de alimentos. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, desde algunos sectores se ha atacado y denostado a la sal al asociar mediante informaciones falsas, interesadas y tergiversadas los riesgos de su consumo a los del azúcar refinado o el alcohol.

Una de esas informaciones es la que dice que “La sal marina es mala para la salud”. Una afirmación a todas luces errónea, ya que la realidad es precisamente la opuesta. Así lo explicábamos en un post de nuestro blog. La sal marina es indispensable para la vida. Es decir, no sólo es beneficiosa para la salud por su alto contenido en minerales y oligoelementos saludables, sino que es necesaria para el buen funcionamiento de nuestro organismo.

Así que no se trata de erradicar el consumo de sal, sino de moderar el mismo, ya que tanto el exceso como el defecto del consumo de sal son perjudiciales para la salud. En ese sentido, desde Salimar nos remitimos a las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que estipula un consumo medio máximo de 5 gramos de sal al día enmarcado en una dieta saludable basada principalmente en alimentos vegetales.

No podemos demonizar un alimento vital para nuestra supervivencia

El cloruro de sodio presente en la sal marina es un compuesto que nuestro organismo necesita para la transmisión de impulsos nerviosos y que permite la respuesta correcta de los músculos ante los estímulos. Además, ayuda a mantener el equilibrio de los líquidos corporales dentro y fuera de las células (homeostasis), y controla la cantidad de agua del cuerpo, manteniendo estable el PH de la sangre y garantizando la hidratación.

Pero los beneficios de la sal para el organismo van mucho más allá de los citados. Así lo demuestran múltiples estudios científicos que avalan la importancia de consumir sal en una medida justa (los citados 5 gramos diarios recomendados por la OMS) para prevenir la aparición de diferentes enfermedades, especialmente las de índole cardiovascular.

Según una investigación publicada en la revista científica Metabolism, las dietas bajas en sal se asociarían con un aumento de la resistencia a la insulina en sujetos sanos, que en última instancia podría derivar en el desarrollo de enfermedades como las cardiovasculares o la Diabetes tipo II.

Según los resultados de otro estudio multicéntrico publicado en la prestigiosa revista JAMA, que comparó la excreción urinaria de sodio y potasio con el riesgo de eventos cardiovasculares, una dieta alta en sal (excreción de sodio en orina por encima de los 7 gramos diarios) se asociaría con un mayor riesgo en todos los eventos cardiovasculares. Sin embargo, su reverso, una excreción de sodio en orina por debajo de los 3 gramos diarios, también se asoció con un mayor riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y de hospitalización por insuficiencia cardíaca.

La ciencia, como vemos, nos hace reflexionar sobre el rol de la sal marina en nuestro organismo y la necesidad de alejarnos de los extremos, tanto por exceso como por defecto. Como todo en la vida, las cosas mejor en su justa medida.