Razones de salud cardiovascular para no eliminar la sal de nuestra dieta

Como ya hemos comentado en otras ocasiones, la sal es indispensable para la vida siempre y cuando no se consuma en exceso y este consumo (que instituciones sanitarias internacionales como la OMS sitúan en una media de como máximo 5 gramos de sal al día) se enmarque dentro de una dieta saludable basada principalmente en alimentos vegetales.

¿Y por qué es indispensable la sal para la vida? Porque el cloruro de sodio presente en la sal marina es un compuesto que nuestro organismo necesita para la transmisión de impulsos nerviosos y que permite la respuesta correcta de los músculos ante los estímulos. Además, el cloruro de sodio ayuda a mantener el equilibrio de los líquidos corporales dentro y fuera de las células (homeostasis), y controla la cantidad de agua del cuerpo, manteniendo estable el PH de la sangre y garantizando la hidratación.

Pero los beneficios de la sal para el organismo van mucho más allá de los ya citados. Así lo demuestran múltiples estudios científicos que avalan la importancia de consumir sal en una medida justa (los 5 gramos diarios recomendados por la OMS) para prevenir la aparición de diferentes enfermedades, especialmente las de índole cardiovascular.

Así, por ejemplo, según una investigación publicada en la revista científica Metabolism en su número de julio de 2011, las dietas bajas en sal se asociarían con un aumento de la resistencia a la insulina en sujetos sanos, que en última instancia podría derivar en el desarrollo de enfermedades como las cardiovasculares o la Diabetes tipo II.

Como veremos, ésta no es la única investigación que ha vinculado las dietas bajas en sal con las enfermedades cardiovasculares. Según otro estudio multicéntrico publicado en la prestigiosa revista JAMA que comparó la excreción urinaria de sodio y potasio con el riesgo de eventos cardiovasculares. Según los resultados de la misma, una dieta alta en sal (excreción de sodio en orina por encima de los 7 gramos diarios) se asocia con un mayor riesgo en todos los eventos cardiovasculares. Sin embargo, su reverso, una excreción de sodio en orina por debajo de los 3 gramos diarios, también se asoció con un mayor riesgo de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y de hospitalización por insuficiencia cardíaca.

La relación entre bajo consumo de sal e insuficiencia cardiaca, por cierto, no es nueva ya que también fue abordada en una interesante revisión Cochrane que analizó los datos de siete estudios con casi 7.000 participantes. Los autores de la revisión concluían que “todavía hay un poder estadístico insuficiente para excluir los efectos clínicamente importantes de la reducción de sal en la dieta sobre la mortalidad o la morbilidad cardiovascular en poblaciones normotensas o hipertensas”. Y añadían, sin descartarlo, que se necesitan más pruebas “para confirmar si la restricción de sodio puede ser perjudicial para las personas con insuficiencia cardíaca”.

La ciencia nos hace reflexionar sobre el rol de la sal marina en nuestro organismo y la necesidad de alejarnos de los extremos, tanto por exceso como por defecto. Como todo en la vida, las cosas mejor en su justa medida.