Las salinas marinas: espacios para la educación ambiental

El 26 de enero se celebra una efeméride muy importante en estos tiempos de crisis climática: el Día Mundial de la Educación Ambiental. Hablamos de una celebración que es, a su vez, una llamada a la acción de las personas, y muy especialmente de las generaciones más jóvenes, para concienciar y poner el foco de atención en la delgada línea que separa el desarrollo humano de la conservación del planeta.

Porque sí, durante mucho tiempo (décadas e incluso siglos) la civilización quiso imaginar el medio ambiente como una fuente inagotable de recursos. Sin embargo, hace tiempo que sabemos que no es así, que los recursos son finitos y que existe un delicado equilibrio entre el medio ambiente y el ser humano que, de romperse como se está rompiendo, puede tener graves consecuencias para la vida en el planeta tal y como la concebimos en la actualidad.

En ese sentido, y coincidiendo con la efeméride, desde Salimar queremos dar protagonismo a las Salinas Marinas españolas como espacios paradigmáticos para la educación ambiental de la población, como lugares cercanos, accesibles y próximos en los que ver un ejemplo perfecto de ese equilibrio entre el desarrollo humano e industrial y la protección del medio ambiente que se reivindica en una celebración como el Día Mundial de la Educación Ambiental.

Hay pocos ejemplos en el mundo de una relación bidireccional tan extraordinaria como la que mantienen la industria salinera y la naturaleza. Y es que el proceso de producción de sal marina crea por sí mismo un rico ecosistema que, a su vez, favorece la producción salina. Un círculo virtuoso, una simbiosis perfecta en la que industria y naturaleza se alimentan y retroalimentan hasta el extremo de que la una sin la otra no existiría.

La industria salinera marina es, por tanto, una garantía para la preservación de la fauna y la flora autóctonas, un seguro de conservación de la biodiversidad, un ejemplo de industria verde y sostenible que preserva y enriquece el medio ambiente; y que, además, da lugar a la obtención de un producto necesario para la vida, la sal marina, producido de forma completamente natural y a partir de energías 100% limpias.

En ese sentido, cabe recordar que, para producir sal marina, sólo hace falta una materia prima, el agua del mar, y dos fuentes de energía limpias, el sol y el viento. El sol actúa como calentador del agua, mientras que el viento se encarga de retirar el vapor de agua que se eleva sobre las lagunas. El resultado es un producto 100% natural tanto por su propio origen como por su método de producción.

Por todo ello, como decimos, queremos aprovechar esta celebración para reivindicar las salinas marinas como espacios para educar ambientalmente a las nuevas generaciones, espacios en los que ver de primera mano que industria y naturaleza pueden convivir y crecer de la mano.